Hay una disonancia con mi relación con la ciudad. A veces la odio, a veces la amo. Recorro sus laberintos, perdido. Es un dolor enamoradizo, porque es propio y porque me pesa. En una de las ciudades más violentas del mundo, la resistencia de sus habitantes está en esos pequeños actos subersivos en los que se reafirma la vida. Este soy yo, buscando esos espacios y esos momentos. 
La calma ciega. 10 de octubre, 2013
Simetria sutil. 10 de noviembre, 2013
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Anonimato, 28 de enero, 2014

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